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Sandra Arco
La Soberana
Por lo hermosa y lo sencilla,
No se ha visto maravilla
Semejante.
Ni tumbagas, ni pulseras,
Ni parné en la faltriquera,
Ni un amante.
Dicen los guapos de Triana:
Tú no eres rosa, ni eres flor,
Tú eres pa mí La Soberana,
Y en Soberana se quedó.
Pero en las noches de luna y luceros
De mayo y abril,
Cuando en su reja florece un te quiero,
Les suele decir:
Soberana,
No llamarme Soberana,
Que yo no lo puedo ser.
Mientras viva,
Sabe Dios que estoy cautiva
Del imperio de un querer.
Te tendré como oro en paño,
Por su mare me juró,
Nunca más si yo te engaño
Vuelva a ver la luz del sol.
Soberana
Y, aunque aquella letanía
No pasó de mi ventana,
Mi bandera está abatida
De noche y de día.
No llamarme Soberana
Pero el tiempo corre y vuela,
Y llegando a su cancela
Muy compuesto,
Un señor de campanillas,
Se la lleva de Sevilla
Pa los restos.
Iba a casar como Dios manda,
Pero al volver la vista atrás
El corazón se le desmanda,
Vaya usté a ver por quién será.
Tiene más lujo, dinero y diamantes
Que el mismo Rotschild,
Mas, si su dueño le pide que cante,
Le suele decir:
Soberana
No llamarme Soberana,
Que yo no lo puedo ser.
Mientras viva,
Sabe Dios que estoy cautiva
Del imperio de un querer.
Te tendré como oro en paño,
Por su mare me juró,
Nunca más si yo te engaño
Vuelva a ver la luz del sol.
Soberana
Y aunque aquella letanía
No pasó de mi ventana,
Mi bandera está abatida
De noche y de día.
No llamarme Soberana
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