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Jonás Campos
Señorita
Lleva ya casi un siglo con un nombre en la boca
Y jamás lo pronuncia delante de la gente.
Es el nombre de un hombre que bordó como loca
En sábanas de hilo apasionadamente.
Cuando llega la noche su pesar desemboca
En canción sin palabras, amarilla y doliente,
Y en el mar del espejo su sonrisa retoca,
Por si acaso aquel hombre volviera de repente.
Señorita la llaman el juez y el escribano,
Que conocen sus años y su pena infinita.
Señorita, el muchacho, el niño y el anciano,
Cuando vuelve del rezo o sale de visita.
Y al mirar sin anillo la nieve de su mano,
El pueblo soberano
La llama señorita, señorita, señorita, señorita, señorita.
Señorita, le dice la gente maliciosa
Cuando ve su pintura apagada y marchita.
Señorita, el cartero al verla ruborosa
Preguntar por la carta que tanto necesita.
Y ella misma, al mirarse tan triste y ojerosa,
Con rabia dolorosa
Se llama señorita, señorita, señorita, señorita, señorita.
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